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Un servidor privado, o un servidor virtual, es una forma de hosting compartido que se distingue a nivel lógico, porque si el servidor virtual no es más que una subparte de un servidor informático físico, desde un punto de vista lógico y funcional, se comporta prácticamente de la misma forma que un servidor dedicado, salvo algunas especificidades concernientes al núcleo o al sistema de los ficheros.
En la mayor parte del tiempo se trata de servidores informáticos de potencia importante, concretamente en términos de memoria y de espacio de disco, cuyos recursos están atribuidos de forma fija o dinámica a un conjunto de usuarios. Generalmente, estos pueden conectarse a través de instrumentos de administración open-source o comerciales, porque todo acceso directo podría comprometer la integridad del servidor o hacer indisponible sus recursos.
Cada usuario o cliente tiene una cuenta en una máquina determinada. Es posible, en ciertas arquitecturas, que los recursos estén repartidos en varias máquinas físicas:
Se puede tratar de varias maquinas agrupadas en clusters para no parecer desde fuera como una máquina única;
Puede ser una parte de los recursos repartido físicamente sobre dispositivos o periféricos particulares, lo que normalmente es el caso para los hostings que ofrecen importantes espacios de disco, utilizando tecnologías como el Storage Area Network, accesibles gracias al iSCSI o al NFS.
El hosting compartido tiene muy mala fama entre algunos desarrolladores, pero yo creo que eso se debe a que esperan demasiado de un hosting de esta naturaleza. Para quien quiere tener un sitio web sencillo que represente su marca y que no dependa del tráfico para subsistir, un hosting compartido puede ser buena opción. Todo depende de las necesidades y de expectativas realistas.